lunes, 22 de febrero de 2010

Olvidable (parte 7)

Cuando volví a bajar la embarazada había vomitado en la bolsa que Silvina había improvisado. Los papeles que había traído dentro estaban apilados del otro lado, ordenados y encarpetados. Por reflejo miré hacia donde había dejado el sobre con mis papeles firmados para controlar que no se hubieran manchado. Si sumaba manchas al retraso, el jefe me mataría. El aire estaba denso con un olor dulce y metálico y como el olor a vómito hace que otros vomiten –y yo no quería quedarme abajo- se me ocurrió anudar la bolsa y sacarla al techo del ascensor, como si ese cubículo moderno hubiera sido nuestro hogar que necesitaba mantenerse limpio.
En el baño, al que más distraía con mis movimientos o vacías palabras valientes era a Nicolás. Martina lo ponía nervioso y él se ponía a transpirar, a veces temblaba. Verlo así me daba miedo, pero lo tapaba hablando de futbol –hablaba solo, en voz alta- o tramando nuestro escape, inventando manijas alternativas que nunca me hubiera atrevido a utilizar.

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