domingo, 26 de abril de 2009

La iglesia (parte 2)

-Cómo que te confundiste, hija? Es el único que hay; o me equivoco?
-No, no. Me hice dos, por si a caso. Y yo quería usar el otro.
-Te hiciste dos vestidos? Con razón… fue un ojo de la cara, sabés, no?
-Me tengo que ir a cambiar, papi.
-A vos te parece? Ya estamos media hora tarde…
-No, pá, no te preocupes. El otro vestido está en un departamento por acá cerquita. Todo calculado. Voy y vengo en diez minutos, no más.
-Bueno… querés que te acompañe?
-No, no, quedate por si alguien pregunta dónde estoy.
-Bueno, pero apurate, negrita.

domingo, 19 de abril de 2009

La iglesia (parte 1)

Suenan las campanas de la iglesia y a ella le abren la puerta del auto antiguo. Mira hacia afuera y encuentra la cara de su padre, que le entrega la mano para ayudarla a bajar. Ella apenas apoya sus dedos lívidos en aquella mano grande. Él tira un poco; una mujer la ayuda con el vestido largo, la cola, el velo, la corona, retoques del maquillaje de último momento, frente a la iglesia. Por debajo de todas las capas de tul y seda, ella tiembla y quiere llorar. Su padre la toma del brazo y la guía hacia la puerta principal por donde deben entrar en escasos minutos. Camina lento, dice, porque no está acostumbrada a tacos tan altos y estrechitos. Llegan a la puerta y ella siente la mirada del Jesús crucificado que cuelga de la pared. Observa su vestido:
-Me confundí de vestido, papi.

domingo, 12 de abril de 2009

Hotel (parte III - Fin)

Una señora –otra huésped- que se está sirviendo jugo de naranja se distrae mirándola fijo hasta que el vaso rebalsa. Desde otra punta del restaurant, una nena la señala con descaro desde su silla y le pregunta algo a su mamá. Ella se olvida del yogur porque sólo quiere llegar a su mesa y desayunar en paz. Se acomoda junto a la ventana, se sirve el café que le dejaron en la mesa y mira hacia fuera para evitar a los otros huéspedes. Mañana bajará con anteojos negros, piensa. El sol crea un efecto sobre el vidrio, espejándolos e impidiendo la visión hacia fuera. En cambio, se ve reflejada a sí misma con la taza en la mano y el camisón todavía puesto.

domingo, 5 de abril de 2009

Hotel (parte II)

Sale de la pieza un poco apurada porque piensa que el desayuno es hasta las diez. Baja del ascensor de un salto y siente frío. Al pasar por el lobby para llegar al restaurant donde se prepara el buffet de la mañana, el botones la saluda con más jocosidad de la que ella quiere soportar. La encargada de anotar a los huéspedes a medida que llegan a la sala del desayuno la ve con una expresión difícil de descifrar. Ella se despreocupa porque imagina que tal vez la reconoce de alguna película. La encargada le pide el número de habitación y una firma mientras mira con complicidad a los mozos que pasan junto a ellas. Ella se impacienta y no espera a que la encargada se decida a indicarle el camino a su mesa. Elige una mesa pequeña junto a la ventana, pide café sin tomar asiento y se apura a la mesa de frutas y cereal. No le gusta desayunar huevos, jamón, queso, salchichas ni salmón o arenque.