sábado, 27 de diciembre de 2008

Aeropuertos del 2010 (parte II)

Me pide que me de la vuelta y vuelve a recorrer mi cuerpo, pero con las manos esta vez; no suenan, pero son mucho más amenazantes, secas y rasposas.
Veo a la gente pasar por el detector de metales: los malditos con la misma falta de suerte que yo resoplan con cansancio. Detengo mi atención sobre un hombre moreno que me recuerda a la foto de un terrorista que se encuentra en uno de los varios carteles de “Los más buscados por INTERPOL”, que empapelan el aeropuerto entero. Me pregunto si, dado mi condición de sospechosa, estoy apta para decir algo al respecto. Miro por encima de mi hombro a la señora que ya está llegando a mis pantorrillas y me imagino su cara de sorna si le dijera que acabo de ver a un presunto miembro de Al Qaeda pasar inadvertido por el detector de metales.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Aeropuertos del 2010 (parte I)

That’s just the way it is,
Things will never be the same.
That’s just the way it is.
(2Pac)

Biiip biiip biiip biiip biiip biiip biiiiip, suena el detector de metales.
-Please step to the side, ma’am.
-Yes, yes.
Veo que mis bolsos de mano, mi abrigo y mi pasaporte pasan por el escanner en sus recipientes de plástico rojo, sin crear alarma. El escándalo lo hago yo cuando paso por el detector de metales.
Pienso: hoy no me puse cinturón, me saqué los anillos y la cadenita que uso siempre y los dejé en el bolsillito de la cartera. En los pies tengo botas de cuero con suela de goma. Nada para sonar.
Tomándome del brazo como hacía mi padre cuando lo cansaba con mis caprichos, me aparta una mujer enorme. La deben haber elegido especialmente para este puesto por el tamaño intimidante que tiene. La miro y con un gruñido me indica que abra los brazos y las piernas. Traza el contorno de mi cuerpo con un aparatito que suena sin parar, como una alarma que advierte la llegada del enemigo. Empiezo a transpirar y pienso que es peor, que parezco culpable de algo. La mujer me está mirando con el ceño fruncido; parece que piensa. No se le escapa nada. Ni nadie, me inquieto. Trata de ubicarme dentro de alguna categoría de grupo humano amenazante a la vida pacífica del aeropuerto. Talibana, probablemente no; no doy el tipo. Tal vez sea narcotraficante; eso sí, no por nada soy sudamericana.

domingo, 14 de diciembre de 2008

La crisis financiera (parte II)

Los eventos que desencadenaron la terrible caída comenzaron el domingo por la noche, cuando el Sr. Arbusto recibió a una comitiva de jóvenes militantes de izquierda que querían pasarse la noche hablando con él en castellano. El Sr. Arbusto repetía que no podía ser, que debía haber alguien que hablara el inglés, a lo cual recibió unos cuantos insultos que no comprendió. La sonrisa del Sr. Arbusto todavía era imborrable.
De acuerdo con fuentes fidedignas, el Sr. Arbusto durmió mal esa noche, y soñó que lo perseguían cosas parecidas a los pieles rojas del norte, “but not quite.” La angustiante pesadilla llegó a su fin en el momento en el que iba a ser atrapado y se disponían a lanzarlo dentro del caldero de agua hirviendo.
El lunes por la mañana, el Sr. Arbusto fue agasajado en el Jardín Japonés por el comité de recepción japonesa para norteamericanos. Bebió media taza de té verde por cortesía y podó dos ramitas de un bonsai en preparación. Construyó un origami con forma de estrella, pero las puntas quedaron mal. Rió un poco y salieron a dar un paseo por los puentes de madera que atraviesan el lago artificial de dicho recinto. El sábado y el domingo había llovido, de manera que el piso se encontraba resbaloso. Sin escuchar a los pedidos de precaución de sus asesores, el Sr. Arbusto se sentía fuerte y ágil, y se asomó por encima de todos los puentes y alimentó las carpas que, a raíz del poco público que había visitado el Jardín Japonés durante el fin de semana de lluvias, no habían comido nada en bastante tiempo.
La crisis financiera comenzó en el preciso momento en el que el Sr Arbusto intentaba cruzar una cascada que desembocaba en el lago: dio un paso en falso y rodó por las piedras hasta caer en el agua profunda. Todas las carpas del lago llegaron a él en menos de medio minuto y se lo comieron íntegro. Tanto así que no se pudo rescatar ni siquiera la ropa. Y así, queridos lectores, es como comenzó la crisis financiera de los Estados Unidos de Norteamérica.

sábado, 6 de diciembre de 2008

¿Quién dijo que la crisis financiera de EEUU es por un tema inmobiliario? THE TRUE STORY

Todas las fuentes se han dedicado a dar información errónea sobre el tema y por este medio lo esclarecemos: la crisis económica que está provocando desesperación en EEUU (y el resto del mundo por efecto catarata) no es producto de la especulación ni el mal funcionamiento de la economía del país. Al contrario de la creencia masiva, la potencia mundial se encontraba en uno de sus mejores momentos financieros – el mejor luego de cincuenta años. El verdadero problema fue la llegada del Sr. Arbusto a la Argentina.
Hace quince días, tras una breve visita del Presidente de la Nación al país del norte, y una reunión de temario secreto con el Sr. Arbusto de por medio, el Presidente de la Nación no sólo gestionó un posible crédito multimillonario, sino que logró convencer al Sr. Arbusto de pisar el suelo argentino. A pesar del malestar que le producía la idea de contagiarse de los salvajes generadores de riesgo país, el Sr. Arbusto llegó el domingo por la mañana a la Argentina.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Espera

Estábamos reunidos y si bien la situación se había degenerado en algo así como una fiesta, sabíamos que nos iban a venir a buscar. Expectantes, bebíamos para matar el tiempo, nos reíamos de lo que podíamos. Algunos ya estaban borrachos cuando se acercaba la hora. Se tambaleaban sobre sus pies, se abrazaban, algunos lloraban sin hacer ruido. Uno comenzó a vomitar amarillo. Vomitaba dentro de una botella y luego bebía de ella para vomitar más fuerte. Nos encontrábamos en una pendiente y el líquido corría hacia abajo. Mi grupo se movió de lugar porque el olor llegaba directamente hacia donde nos encontrábamos. La lucidez era un elemento importante, teníamos que estar atentos a cualquier cosa. Dejamos de beber todos al mismo tiempo, alertados de que ya había sido suficiente para uno, y era suficiente para todos. Íbamos a tener que correr, escondernos, pelear en el peor de los casos. Si caíamos en sus manos, estaríamos lo suficientemente mareados como para no sufrir tanto. No sabíamos por dónde llegarían, de modo que no podíamos hacer otra cosa más que esperar, y estar listos para echar a correr hacia donde fuera seguro, cada uno por su cuenta.