viernes, 7 de agosto de 2009

después del intervalo (parte 3)

En lo de mi prima me recibe Guadalupe, una chica que no conozco, de altura promedio, pero extremadamente flaca y con tetas de estreno. Está encargándose de la puerta, me explica, para que Cecilia pueda disfrutar del festejo. Insiste en que la llame Guada, y aunque le aseguro que lo haré, sé que es muy probable que en diez minutos olvide su nombre o la confunda con sus amigas. Mientras me acompaña al living me imagino a un grupo de veinte chicas con la cara y las tetas de Guadalupe, insistiéndome que las llame Guada a la misma vez.
Se preocupa porque soy de afuera, entonces me esfuerzo por entablar alguna conversación que sé inútil desde el principio. Los parlantes largan una música saturada y la gente está en movimiento: las conversaciones deben limitarse a lo estrictamente mecánico. De cualquier forma, necesito cómplices o amigos por un par de horas: alguien con quien pueda sentirme cómoda y, con suerte, desinhibida para cuando llegue Lucas. Debería ser selectiva, pero no dispongo de tanto tiempo, y a juzgar por el comportamiento generalizado, cualquier persona podría ser la equivocada.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Prefiero una rima saturada a un deporte implícito.
Prefiero un anillo artesanal a tus tacos de madera.
Y también la espesura de los ojos... aún los que depositan en uno confianza y se dejan llevar.