miércoles, 16 de diciembre de 2009

Olvidable (parte 2)

El ascensor era de un tamaño parecido al baño donde nos encerraba papá cuando éramos chicos. Tenía un espejo grande, era de calcáreos grises, bastante triste. A la puerta se le salía la manija de adentro, y papá nos amenazaba cada vez que lo poníamos nervioso. Los que no sabían de la falla de nuestro baño no entendían la magnitud de la amenaza, pero aquella manija significaban una, tal vez dos horas en aquel cuarto apenas ventilado por una ventana que estaba cerca del techo, y que estaba a pocos metros de la pared del edificio lindante. A veces me metía a mi solo, pero ese día parecía como si papá nos hubiera metido a todos.

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