miércoles, 7 de octubre de 2009

después del intervalo (parte 9)

Vuelvo a cerrar los ojos, vuelvo a sentir a Lucas mirándome y, de nuevo, otras manos que me toman por la cintura; luego me rodean. Esta vez es Guadalupe que con un aliento denso me dice secretos que no termino entender, que incluyen a un hombre, y al baño. El baño me recuerda a mi amiga. Con los ojos abiertos me oriento y le digo a Guadalupe que tengo que hacer pis. “Te acompaño?” “No, todo bien.” Me encierro y me miro en el espejo. La misma cara que un año atrás, muy distinta a la del ascensor un par de horas antes. Los ojos vidriosos, entrecerrados, con el delineador un poco corrido, el cuerpo más liviano que lo usual. Me gusta cómo me veo, siento que podría correr una maratón y ganarla, o que puedo salir y transformarme en cualquier cosa. Hago pis: me preocupa que todavía no me haya indispuesto, pero mi atención se enfoca en las tres llamadas perdidas que me marca el teléfono. La última es de hace media hora asique llamo. Me atiende mi amiga llorando diciendo que algo de la película la hizo acordar al padre, que se tomó algunas pastillas de las que me olvidé la semana pasada.
Salgo del baño en automático y, aunque no quiero irme, agarro mi cartera del cuarto, cruzo la sala entre manos y cuerpos transpirados que de tanto pegote parece que me quieren invitar a quedarme, y salgo a la calle. El fresco me despabila y me duelen los pies. Me saco los zapatos y empiezo a caminar, atenta al piso. No pasa ningún taxi y todavía escucho la música del tercero. Mientras camino pienso en Lucas, pero se me confunde con la cara de Darío. Los recuerdos del año pasado son como fotos en blanco y negro, o una película en cámara lenta, con el cuerpo de Lucas, pero con la cara de Darío, y la semana que no salí del departamento, y el llanto de mamá. Camino más rápido, buscando la forma de regresar pronto sin ser irresponsable. Mi amiga va a recordarme lo que viene después de la noche, pero no me importa si la pérdida es sólo de un año.

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