sábado, 12 de septiembre de 2009

después del intervalo (parte 7)

Como si me hubiera oido, tengo a Guadalupe prendida de la muñeca, sonriendo, salvadora, con las tetas que casi se le escapan del escote violeta. Me dice algo que no entiendo y me tomo la copa de una sola vez, más pendiente de lo que está pasando en la parte de la fiesta que acabo de abandonar. Guadalupe me lleva de la mano a un costado para conversar. Se la ve excitada; trae una botella y tomamos del pico –tal vez debería sorprenderme, pero las horas tienden a deformar un poco todo. Siento que pierdo el ritmo, pero me suelto para que me lleven con la corriente. Estoy agradecida con Guadalupe y me cae mucho mejor. Le converso de lo que quiera, y me divierto. Mientras me habla de la vez que conoció a Cecilia –el teatro- sin querer miro a los lados para ver si Lucas me mira o al menos me busca. Pero no veo nada, sólo luces rojas, verdes y azules, caras que parece que se mueven, que beben, cuadro por cuadro, que mueven las bocas como si cantaran –yo no escucho nada-, y que sacuden los cuerpos como si bailaran. Guadalupe termina de atrapar mi atención cuando dice que es actriz y estudiante avanzada de fiolosofía. Se rie de mi cara y me habla de su tesis de grado, de la obra que quiere codirigir; y bebe champagne del pico alternándose conmigo. Le cuento de mis estudios frustrados, del laboratorio que tengo en casa, la muestra que me ofrecieron hacer pero nosé, la carrera que empecé hace dos años y que tengo que concentrarme mucho para no abandonar. Mi amiga es una parte fundamental, mi pie en la universidad. Le sorprende encontrarse a una psicóloga y le digo que falta muchísimo, que a mi me sorprende la actriz. Brindamos por la paz mundial, y mientras bebo mi parte, ella agrega que vino con la intención de tener una buena noche, y creo que me guiña un ojo. Nos abrazamos como amigas que se reencuentran después de mucho tiempo y me dice que el italiano me mira, que si no salimos a cazar pronto no va a quedar nada. Pero primero nos terminamos la botella para que el cuerpo vaya más liviano, para que mañana hayan algunos recuerdos más de qué arrepentirse. Guadalupe dice que a veces hay que saber disfrazarse, como vestirse para un ritual, y actuar un poco para adaptarse a cualquier lugar. Le miro las tetas de nuevo, y me gustaría tener un escote más profundo.

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