viernes, 4 de septiembre de 2009

después del intervalo (parte 6)

Me termino la copa de champagne, me paso el delineador negro por los ojos, el brillo por los labios, hago pis y vuelvo. Voy directo a la mesa donde están las botellas, procurando ser vista y sin mirar a nadie. Me paro derechita y busco la botella verde. La voz de Lucas me pregunta si quiero champagne. Le busco los ojos que sólo alcanzo a ver con un destello verde. Acerco mi copa sin decir nada, no porque no quiera decirle algo sino porque no tengo nada. Lamento que haya llegado tan pronto –en un par de copas voy a estar más ágil. Sinceramente, prefiero quedarme callada antes que decir una estupidez. Me devuelve la copa llena y sirve otras dos: señal suficiente de que mi tiempo –desaprovechado- se terminó. Con una sonrisa impostada me escabullo en la jungla de piernas y brazos en la búsqueda de una cara concida –Guadalupe; me acordé- que tenga la habilidad de permitirme hacer de cuenta que la estoy pasando tan bien. Alguien me agarra de la muñeca y de un tirón me hace dar la vuelta. Por el acumulamiento de personas ni siquiera pierdo el equilibrio. Se me cae un poco de champagne, sí, pero nadie se da cuenta que le tiré un poco en el vestido a una piba, y en el pelo a otra que parece una enana. Tal vez simplemente no importa.

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