jueves, 10 de julio de 2008

Evatest

Hacía una semana le molestaba la zona de los ovarios, pero no era tan raro pues se acercaba la época de menstruar. Su periodo duraba varios días y con mucho dolor, tanto que a veces no podía levantarse de la cama para ir a trabajar. Era una suerte que el jefe y ella tuvieran una intimidad clandestina porque cualquier otro la hubiera despedido de inmediato. Él temía que estos privilegios lo delataran, pero siempre daba el brazo a torcer: la había visto en una ocasión durante esos días y había comprendido que no se trataba de una exageración femenina. Ni una alta dosis de ibuprofeno le hacía efecto: sólo podía acostarse boca arriba y rogar porque todo terminara pronto.

En realidad, este tipo de molestias sólo era un poco raro porque no se deformaban hasta convertirse en las puntadas usuales. Más bien era un murmullo tibio interno que parecía enroscarle los tubos de Falopio.

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