Por varios años se había costeado el gasto que la tumba requería para no quedar destapada y a la vista de todos. El padre y la madre de Olivia habían hecho todos los esfuerzos posibles por conseguir el dinero, pero los precios aumentaban cada año de un modo directamente proporcional al drenaje de la tierra y al porcentaje de probabilidad de chaparrones. La región comenzaba a ser rocosa y árida. Olivia juntaba pequeñas piedras para contribuir al tapamiento infructuoso.
El año en que sus padres no llegaron a cubrir la cuota requerida por el Sr. Olegario, Olivia decidió que defendería la parcela subterránea de la abuela: aquel lugar no podía ser drenado o vaciado pues, considerando la cantidad de años que habían pasado desde el fallecimiento, esos metros cuadrados eran lo único que permitían evocarla. Instaló una carpa sobre la tumba para que la tierra que ya había allí no se gastara tan pronto – tal vez podrían comprar tierra cada dos o tres meses y mantener el lugar con lo mínimo indispensable.
domingo, 27 de abril de 2008
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2 comentarios:
que imagen tan surreal, pareceria la descripcion de alguna pintura de max ernst, con la carpa de colores entre las lapidas grices y las tumbas medio desenterradas,,, que pinche miedo,,, o igual nada que ver, es un dia normal en un cementerio de tokyo,,,
Podría ser en Tokio...aunque no lo había pensado. Me gustaría ir a Tokio a conocer los cementerios allá (y ver si existen ladrones de tierra).
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